Cada vez que recuerdo las veces que fui rechazado, todavía se me aprieta el corazón y siento un sabor amargo todavía en mi boca. Estoy seguro que en algún momento sentiste la misma sensación. Hoy quiero compartir buenas noticias. Abre conmigo la palabra de Dios y descubre el remedio para superar el rechazo.